¿Qué son los fitoestrógenos?

21 de abril de 2021

Los fitoestrógenos son compuestos naturales que se encuentran en plantas y alimentos de origen vegetal como cereales, legumbres, hortalizas y frutas. Se caracterizan por presentar una cierta similitud a nivel estructural con los estrógenos, como el estradiol, principal hormona sexual femenina. Debido a esta similitud son capaces de interaccionar con los receptores estrogénicos de la mujer presentando actividad reguladora hormonal.

Genisteína y estradiol

Una de las fuentes principales de fitoestrógenos en la dieta es la soja. De hecho, el interés actual en los fitoestrógenos surgió a partir de un estudio epidemiológico en el que se comparaba la dieta de la población occidental con la de la población oriental. Se observó que esta población padece con menor frecuencia la enfermedad cardiovascular y de algunos cánceres hormonodependientes como el de mama, endometrio, próstata y colon. Además, las mujeres asiáticas también presentan una menor cantidad de trastornos asociados al climaterio, como los sofocos.

Según concluyeron dichos estudios la diferencia más importante es la cantidad de soja, y por lo tanto de isoflavonas, presentes en la dieta oriental en comparación con la occidental.

A día de hoy se conocen más de 4.000 compuestos que presenten esta actividad estrogénica débil. Según su naturaleza química podemos agruparlos en 4 familias:

Isoflavonas: pertenecen a la familia de los polifenoles, y se trata del grupo de fitoestrógenos más estudiado y conocido. Se encuentran generalmente en las legumbres, sobre todo en la soja, donde predominan la genisteína y la daidzeína.

Isoflavonas y cumestanos

Cumestanos: estructuralmente son similares a la cumarina. A pesar de que se trata de un grupo de fitoquímicos muy numeroso, sólo una pequeña cantidad de ellos tiene actividad estrogénica, principalmente cumestrol y metoxi-cumestrol. Se encuentran en alimentos como los guisantes, alubias y brotes de alfalfa.

Lignanos: pertenecen al grupo de los polifenoles y constituyen la mayor fuente de fitoestrógenos en la dieta occidental, ya que se encuentran en semillas, cereales, fruta y vegetales muy consumidos en los países occidentales. Los precursores de los lignanos incluyen pinoresinol, lariresinol, secoisolariciresinol, matairesinol entre otros.

Lignanos y derivados del resorcinol

Derivados del resorcinol: se trata de un grupo menos conocido pero que también presenta cierta actividad estrogénica. Entre ellos sobresale el resveratrol, muy conocido por su potencial terapéutico antioxidante y su presencia en la piel de las uvas y en el vino. También se ha descrito la presencia de lactonas del ácido resorcilico (zearalenona) en hongos con actividad estrogénica.

La importancia de la microbiota:

Un dato curioso es que la mayoría de estos compuestos, como las isoflavonas y los lignanos se encuentra en su forma inactiva en el alimento. Por lo tanto es necesaria la acción de la microbiota bacteriana para convertir estos fitoestrógenos en productos farmacológicamente activos como la genisteína o el equol. Es por esto que una microbiota sana contribuye a una mejor asimilación de estos compuestos y una mayor acción terapéutica. El uso de antibióticos o las enfermedades gastrointestinales afectan negativamente a la asimilación de estos compuestos.

Aunque la actividad estrogénica es la acción más conocida de estos compuestos, diferentes estudios han demostrado que estas moléculas también están dotadas de otras bioactividades como su acción antioxidante, anti-agregante plaquetaria, reguladora de la microbiota o anti-tumoral, entre otras.

Actividad estrogénica:

Debido a la similitud estructural con el estradiol son capaces de interaccionar con los receptores de estrógenos produciendo una modulación a nivel hormonal. Sin embargo, es importante señalar que esta actividad es débil en comparación con la producida por los estrógenos endógenos o sintéticos. Por ello, alimentos como la soja son tan ampliamente tolerables y no son tóxicos.

Existen dos tipos de receptores estrogénicos: el alfa y el beta. El receptor alfa está distribuido por el sistema nervioso central, el endometrio, la mama y el hígado. Este receptor está más relacionado con el desarrollo y proliferación del cáncer de mama. Mientras el beta se encuentra principalmente en el hueso, la pared vascular, el tracto urogenital y también el sistema nervioso central.

En general la mayoría de fitoestrógenos estudiados, como la genisteína, han mostrado tener una mayor afinidad por el receptor beta. Lo que implica que su acción es más notable en los tejidos donde se encuentran este tipo de recepetores. Por esto mismo, se evitaría la proliferación del tejido mamario y endometrial. Además, el receptor beta parece ejercer una acción inhibitoria en la proliferación celular, lo que explicaría el efecto preventivo de los fitoestrógenos en el desarrollo de algunos tipos de cáncer.

El principal uso terapéuticos de los fitoestrógenos es el tratamiento de la sintomatología climatérica. Estos compuestos pueden ser una alternativa menos agresiva a la terapia hormonal sustitutiva (THS). Además los fitoestrógenos han demostrado que pueden ayudar en la prevención de enfermedades como la osteoporosis, la diabetes tipo 2, las enfermedades cardiovasculares, la obesidad y el cáncer.

Efectos terapéuticos de fitoestrógenos

 

Tratamiento de sintomatología climatérica

Los cambios hormonales debidos a la menopausia provocan oscilaciones en los niveles corporales de estradiol. Lo que en algunas mujeres trae consigo una sintomatología que interfiere con su calidad de vida. Aparecen con ello sofocos y sudoración nocturna, alteraciones psíquicas como la depresión o la ansiedad, problemas a nivel urogenital o un aumento de riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares y osteoporosis.

El tratamiento más utilizado es la terapia hormonal sustitutiva (THS) que consiste en la utilización de una serie de fármacos que imitan el comportamiento de hormonas como los estrógenos o la progesterona. Lo cual ayuda a revertir los síntomas del climaterio pero tiene algunas desventajas como su alto coste y el riesgo de incrementar en cáncer de mama.

Los fitoestrógenos son la alternativa fitoterapéutica a este tratamiento y se dispone de varios ensayos clínicos que confirman una mejoría significativa en el tratamiento de los sofocos. Además, también se ha observado una mejoría significativa en otros síntomas asociados como trastornos del sueño, nerviosismo, estado de ánimo depresivo y disminución de la libido. En el caso de la sequedad vaginal no se han observado efectos significativos que permitan recomendar su uso.

La dosis diaria recomendada actualmente es de 40 a 80 mg de isoflavonas por día, a estas dosis no se han observado efectos secundarios. Sin embargo, aún se necesitan muchos más estudios que garanticen su seguridad a largo plazo.

Efecto sobre la osteoporosis

Debido a la presencia predominante del receptor beta en los huesos los fitoestrógenos parecen promover la supresión de la actividad osteoclastos (encargados de degradar el hueso). Lo que ayudaría a mejorar la densidad ósea. Aunque a día de hoy los datos disponibles son limitados, ya que existen pocos estudios clínicos en humanos al respecto para confirmar este efecto terapéutico.

Riesgo cardiovascular

Otro de los beneficios de los fitoestrógenos es la disminución del riesgo cardiovascular. Como comentábamos al principio se observó que existía una tasa más baja de enfermedad cardiovascular en los países orientales, lo cual se atribuyó principalmente al mayor consumo de isoflavonas provenientes de la soja. Aunque también podría deberse a una menor ingesta de grasas saturadas, lo que puede dar lugar a unos niveles de colesterol más bajos. Los beneficios de las isoflavonas sobre la enfermedad cardiovascular parecen deberse a su capacidad de inhibición de la agregación plaquetaria, su capacidad para modificar el perfil lipídico y su poder anti-oxidante.

Prevención del cáncer

Se ha observado que los niveles plasmáticos de genisteína, el principal isoflavonoide de la soja, y otros fitoestrógenos es inversamente proporcional al riesgo de padecer algunos tipos de cáncer, como el cáncer de mama, de ovarios o de próstata. Existen numerosos estudios in-vitro e in-vivo del potencial anticancerígeno de algunos fitoestrógenos, y también han sido estudiados como coadyuvantes en tratamientos de quimioterapia y radioterapia.

El mecanismo de estos compuestos parece englobar diferentes acciones farmacológicas, como son la activación de ciertos genes que aumentan el nivel de enzimas antioxidantes presentes, su capacidad para inhibir la fosforilación de las proteínas quinasa, o su propia capacidad antioxidante. Sin embargo, existen algunos estudios que los fitoestrógenos pueden interaccionar con los tratamientos de cáncer disminuyendo su eficacia, por lo que su uso exhibe cierta controversia. Es necesario, por ello, que se lleven a cabo más estudios para comprobar su eficacia como coadyuvantes y agentes anti-tumorales.

¿El consumo de fitoestrógenos es seguro?

En los últimos años, el aumento del consumo de soja e isoflavonas en la población occidental ha llevado a cierta controversia. Algunos estudios que señalan que los fitoestrógenos podrían comportarse como disruptores endocrinos debido a su similitud con los los estrógenos y su capacidad para interaccionar con los receptores estrogénicos. Se cree que este hecho podría tener consecuencias negativas para la salud en ciertos casos sobre todo en la población más joven.

Es importante señalar que cuando hablamos de disruptores endocrinos, en general, se habla de compuestos tóxicos que suelen mostrar efectos a dosis muy bajas, como el bisfenol A o los ftalatos. Además, pueden suelen ser bioacumulables y persistentes, por lo que no son fácilmente eliminados por nuestro organismo.

Este no es el caso de los fitoestrógenos, ya que presentan una actividad estrógenica débil y selectiva. Además, estos compuestos no se acumulan y son fácilmente eliminados a través de la orina. Por ello, la forma más adecuada para denominar a este tipo de compuestos es la de moduladores hormonales. Pues están presentes en vegetales y frutas que consumimos en nuestro día a día, sin presentar riesgo para nuestra salud. De hecho, se han observado más beneficios que riesgos.

Sin embargo, cuando estos compuestos se consumen en mayores dosis sí que podrían provocar algunos efectos adversos que están siendo estudiados. Se ha observado que pueden producir infertilidad en animales y se cree que podrían afectar negativamente a la glándula tiroides. Debemos tener en cuenta que a las dosis que se encuentran en los alimentos y complementos alimenticios su consumo es seguro y no se han observado riesgos significativos para la salud.

 

Fuentes consultadas:

Fitoestrogenos: Eficacia y seguridad.

El metabolismo bacteriano como responsable de los efectos beneficiosos de los fitoestrógenos en la salud humana.

La influencia de los fitoestrógenos en diferentes procesos fisiológicos y patológicos: una visión general.

Los posibles efectos sobre la salud de los fitoestrógenos en la dieta.

Interrupción endocrina por fitoestrógenos en la dieta: impacto en los sistemas y comportamientos sexuales dimórficos.

Las isoflavonas de soya mejoran los marcadores de riesgo de enfermedades cardiovasculares en mujeres durante la menopausia temprana.

Fitoestrógenos para la prevención y el tratamiento del cáncer.

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